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El fútbol está de luto


     Una vez más, el fútbol está de luto. Una fatalidad más se ha llevado a otro héroe, esta vez a un portero, ése encargado de proteger el arco, de frustrar a los delanteros contrarios, de dar confianza a los compañeros para seguir luchando.


    La mañana del pasado 11 de noviembre, Robert Enke, portero titular del Hannover 96 alemán, y convocado habitual de la selección del país teutón, perdió la vida en las vías del tren arrollado por el ferrocarril. Su asesor, la evidencia inicial y una carta a su familia confirman la causa: Robert Enke se quitó la vida. El gran arquero sufría depresiones clínicas e iba a tratamiento desde el 2003, sufría de una enfermedad, una que lo llevó a tomar la decisión de terminar con su vida.



     No soy nadie para juzgar este acto, ni siquiera conozco la sensación que produce estar en una situación así, bajo las condiciones que esta enfermedad produce, por lo que no me dedicaré a hablar más sobre esto. El asunto que me compete es Robert Enke, el hombre, el gran portero.

     Robert comenzó su carrera en el equipo de su ciudad natal, el Carl Zeizz Jena, que en ese entonces competía en la segunda división alemana. El joven Enke apenas disputó tres partidos, pero fue suficiente para mostrar su calidad y dar el salto a la Bundesliga defendiendo los colores del Borussia Mönchengladbach.

     El Gladbach no tuvo suerte y esa temporada perdió la categoría a pesar de haber alcanzado por un momento la cima de la tabla, pero el otro lado de la moneda fue que la carrera de Enke seguía en franco ascenso, pues fue contratado por el Benfica portugués, entrenado en ese entonces por el también alemán Jupp Heyneckes. Lamentablemente el club lisboeta se hundió en un profundo caos a nivel técnico y directivo, pero aún así, Enke seguía a gran nivel, por lo que los grandes clubes comenzaron a llamar.

     Buscado por el Arsenal o el Manchester United, Enke finalmente fichó por el Barcelona de España, entrenado por el polémico Louis Van Gaal. Ahí comenzó un triste declive en su carrera, donde disputó partidos a cuentagotas, lo que provocó su cesión al Fenerbahçe turco. En Turquía sólo disputó un partido, recibiendo tres goles para una triste y humillante derrota que provocó que los aficionados lo culparan. Enke no soportó la presión e inmediatamente volvió a España, esta vez a la segunda división con el Tenerife. En el club catalán finalmente las buenas actuaciones y la aclamación popular regresaron. Robert Enke había vuelto.

     Su buen estado de forma provocó su regreso a Alemania, esta vez de la mano del Hannover 96, un club de media tabla de la Bundesliga. Su estadía en el club de Hannover significó el momento más dulce de su carrera, siendo nombrado mejor portero de la liga y recibiendo constantes llamadas a la selección, donde peleaba el puesto con René Adler. Incluso se dio el lujo de rechazar a clubes de mayor envergadura como el Stuttgart y hasta el Bayern (Van Gaal es el entrenador, lo que explica esta decisión).

     Robert Enke se ha ido a los 32 años de edad, se fue antes de tiempo y justo en el momento en que más disfrutábamos de sus salvadas y de su liderazgo. Se fue y Alemania lo llora, 35.000 alemanes lo despidieron en el centro de Hannover y muchos más lo harán en el estadio. Auf Wiedersehen Robert Enke. Adiós, Robert Enke.



Reimon

3 comentarios:

Unknown dijo...

REALMENTE ME ENCANTO ESTE ARTICULO, LA NARRATIVA ES MUY BUENA Y EL CONTENIDO MUY INTERESANTE. FELICIDADES. RAMON

Unknown dijo...

D.E.P. Enke y De Nigris

Unknown dijo...

D.E.P

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