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Un amargo sabor a derrota

Por Alexis (@alexis_hema).

Entender un juego de fútbol desde un sillón, desde un foro o inclusive desde un restaurant resulta básicamente complicado dado las circunstancias de la situación. Es la batalla mental entre gritar todo a favor de un equipo de fútbol, o de quedarte callado reconociendo al rival y una buena actuación arbitral.

Ayer la afición mexicana se encontraba partida. La mitad deseando que el Guadalajara campeonara en la Copa Libertadores y la otra rezando por su fracaso. Sin embargo, todos convergíamos en la idea de ver a un Guadalajara luchando hasta el final, atacando por las bandas, por el centro y sobre todo en contra del arbitraje y de la afición brasileña.

Pero otra vez se nos ha olvidado…o quizá nunca lo hemos sabido, como se debe ganar. El jugador mexicano debe llegar mentalizado a Sudamérica, conociendo que los factores siempre van a ser en contra y no a favor. Estoy seguro que 85 de los 110 millones de mexicanos que somos, hubiéramos hecho lo mismo que Adolfo Bautista cuando se entonó el himno brasileño, y no porque estuviera bien o mal, simplemente porque el momento nos gana.

Pero Adolfo Bautista es un jugador profesional, alguien que entrega su vida por la carrera del fútbol, y empezar un partido así es una grave señal de desconcentración. ¿Se imaginan ustedes mismos o a sus padres, en un ámbito profesional, hacer ese tipo de payasadas por una decisión que no les parece?

Guadalajara empezó bien. Sabían que no podían recibir un gol en los primeros minutos del partido, ya que eso condenaría desde ese instante el resultado final. Todo iba bien hasta que llegó el gol de Chivas. Resulta incongruente como hemos observado a través de la historia que defender un gol nunca es una buena opción, y menos en una final, menos en una Copa Libertadores, menos contra los brasileños.

Y mucho menos cuando en tu esquema titular cuentas con gente como Adolfo Bautista, Omar Arellano y Omar Bravo. 3 marcas defensivas desperdiciadas. Siempre se habla de respetar un estilo, y ayer el Guadalajara se traicionó.

Apagué el televisor y simplemente me di cuenta de lo que todos ya temían: Guadalajara no había podido conseguir la hazaña. Quedé indignado ante la pobre representación que las Chivas hicieron por México. Porque por una circunstancia o por otra, perdimos mal, perdimos ardidos, golpeando, con expulsiones a lo tonto, regalando los últimos minutos del partido, midiendo a D´Alessandro para golpearlo.

Ojalá algún día aprendamos a ganar, pero lo que ha pasado es una raya más al tigre. Un viejo conocido, un oscuro fantasma.

Un amargo sabor a derrota.

1 comentario:

sheep dijo...

muy buena nota sheep! estoy totalmente de acueerdo!! ya hace falta un campeon mexicanoooo!

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